lunes, 29 de marzo de 2010

Muchos ingresos, muchos ladrones, muchos pobres

Es bueno precisar que el Estado no siempre cuenta con el impuesto de su gente como único ingreso. Existen muchos países que tienen varias fuentes de ingresos como el proveniente de la minería, como el petróleo o los diamantes. Gracias a leyes monopólicas a favor del Estado, este se abroga el derecho de quedarse con los yacimientos y en algunos casos, otorga concesiones a empresas privadas para su explotación.

El ingreso que se tiene a través de esto es sideral, que si fuera cierta la falacia de la redistribución, ningún pobre existiría, por ejemplo en Venezuela o muchos países árabes que cuentan con un mar de petróleo. O el caso de Sierra Leona, que tiene yacimientos extraordinarios de diamantes, que antes que prosperidad, han traído miseria y muerte a este país africano.

¿Qué ocurre entonces con estos países?

En teoría ni siquiera deberían cobrar más impuestos, pues el ingreso solo en crudo, sería suficiente para mantener la estructura de un Estado, a lo sumo se tendría que cobrar un mínimo.
Sin embargo, estos países cada vez son más pobres y casualmente sus gobernantes cada vez más ricos, acompañados de una corrupción escandalosa.

Sobre este punto refiere entre otras cosas, Gustavo Coronel, un ex miembro de la Junta Directiva de Petróleos de Venezuela en una publicación de El Cato del 27 de noviembre del 2007:.. Gracias al petróleo y al nuevo endeudamiento, el gobierno de Chávez ha recibido, hasta el tercer trimestre del 2006, entre 175.000 y 225.000 millones de dólares.

Esta cifra no incluye todas las demás fuentes de ingresos, como el impuesto sobre la renta. El prepuesto nacional para 2006 asciende a 40.100 millones de dólares; 47% del ingreso proviene de las ventas de petróleo, y el resto, del impuesto sobre la renta y otras fuentes (como la nueva deuda y un ingreso extraordinario e unos 5.000 millones de dólares debido a la confiscación de reservas de divisas del Banco Central de Venezuela.


El ejemplo de Venezuela es más que elocuente. La conciencia de los venezolanos, por mucho tiempo ha sido, que son un país rico por los yacimientos de petróleos, por lo tanto; todos deberían tener dinero y que la cuestión pasaba solo porque tendría que haber gobernantes más honestos. Bajo esta conciencia, los líderes que vinieron cambiándose en este país fueron multiplicándose en cuanto a enriquecimiento ilícito, fruto de la más inimaginable capacidad para la corrupción. El caso de su último gobernante, es un verdadero disparo incontrolable de dicha corrupción, a una escala no ya local, sino que a nivel internacional.

Ciertamente, es bien sabido que Hugo Chávez utiliza el dinero del petróleo de su país para injerencias políticas en la región. Son varias las denuncias de sobornos a gobernantes y militares de distintos países.

Mientras en Venezuela comienzan a racionarse los artículos de primera necesidad en los supermercados por los desabastecimientos y con una inflación altísima.
Lo penoso es que la gente sigue teniendo esperanzas en la capacidad de las autoridades, antes que en los límites al poder. La milenaria creencia platónica del rey filósofo, es mucho más fuerte de lo que muchos creen.

HUGO VERA OJEDA
LA NACIÓN

miércoles, 3 de marzo de 2010

Carta de Germán García Velutini después del secuestro

En carta divulgada un mes después de su liberación, el empresario García Velutini expresa la terrible situación por la que pasó durante casi un año.

Un mes después de su liberación, el banquero Germán García Velutini narró a través de una carta la dramática experiencia que vivió durante su secuestro de casi un año, y dijo que "para evitar situaciones similares a ésta y transformar a las personas, el camino no es la represión ni la venganza".

El empresario, cuya desaparición constituyó todo un misterio, puesto que tanto los familiares como las autoridades policiales se negaron a declarar a los medios acerca de los motivos y características del rapto, se encuentra ya en buen estado de salud, tras haberse dirigido a una clínica privada, luego de llegar a su residencia.

Desde el 25 de febrero de 2009 poco o nada se supo de Germán Antonio García Velutini, miembro de la junta directiva del Banco Venezolano de Crédito, cuando fue sorprendido por un grupo comando en la entrada de la Cota Mil a la altura de San Bernardino. Según las versiones de los testigos, sujetos ataviados de flux, con el rostro cubierto y dotados de fusiles rusos AK-47, interceptaron el Mercedes Benz gris del empresario y se lo llevaron.

A continuación, la carta escrita por García Velutini:

«Al analizar que estaba secuestrado, lo primero que se me ocurrió fue dar gracias a Dios por haberme dado 54 años de vida feliz, con una familia excepcional y que, quizás, era el momento de tiempos difíciles y de sufrimiento. Que ese sufrimiento debía ofrecerlo a Dios en mi corazón y por muchas personas que, en ese instante, transitaban por situaciones más difíciles que las mías.

Pedí a nuestro Señor que me diera la fe y la fortaleza necesaria para afrontar esta nueva circunstancia de mi vida y para que también, a toda mi familia, en especial a mis hijos e hijas, les diera esa fe y fortaleza que iban a necesitar. Pedí a mis captores que me dieran una Biblia, a lo que accedieron, y a los pocos días me la entregaron.

Comencé a leer, empezando por los Evangelios, las cartas de los apóstoles, el Antiguo Testamento, y así de marzo a agosto la Palabra de Dios fue mi compañía durante muchas horas al día. Y descubrí que hablamos a Dios cuando rezamos y que oímos a Dios, que nuestro Señor nos habla, cuando aceptamos SU inspiración, cuando dejamos guiarnos por EL, cuando leemos sus palabras.

Más de una vez, asaltado por una duda o por un interrogante, y mientras pensaba, me sucedía que al día siguiente o algunos días después recibía respuesta; un pensamiento, una lectura. Así conseguía una paz que me es imposible explicar, paz que sólo se siente internamente. Y en esos momentos, una inmensa felicidad de estar con Nuestro Señor se hacía presente.

Les cito un par de ejemplos:
(1) Al comienzo del cautiverio estaba sumamente deprimido por considerarme una “mercancía”. Analicé lo humillante de un canje Persona vs. Dinero. Me preguntaba: ¿Por qué me ocurrió esto a mí, qué sentido tenía este encierro? La respuesta de Papa Dios no hizo esperar: Los secuestradores me enseñaron la noticia de la rueda de prensa de Fe y Alegría. Y me dije: Allá afuera hay gente esperando a que regrese. Tengo que sobrevivir.

En una de las cartas de San Pablo leí ese mismo día: Dios coloca a cada miembro de la iglesia en el sitio que le corresponde. Y me dije: mi sitio es ahora y aquí, rezando por mi prójimo. Desde ese momento mi vida adquirió un sentido positivo: que, aunque solo y sin hablar con nadie, podía hacer algo útil por los demás. Supe que mi oración llegaba a las personas de afuera, de ustedes, me mantenía con fuerzas.

(2) Otro momento fue a finales de agosto. Por alguna razón, me quitaron todas las lecturas, la colchoneta que tenía, y me redujeron las comidas. Pasé un par de días, muy largos, buscando cómo podía sacarle provecho a esa situación. Le pedí a Dios su ayuda. De nuevo su respuesta: Se me ocurrió, como había leído y releído tantas veces la Palabra de Dios, volverla a leer en mi mente. Pese a mi mala memoria, no sólo leí sino que analicé la razón de ser y el porqué de pasajes que recordaba, les busqué aplicación para mi vida.

Nuestro Señor me dio la memoria, me dio SU COMPAÑÍA y la compañía de Nuestra Madre Querida, la Virgen, para acompañarme día a día. Me llenó la certeza que mi vida solitaria, sin mediar palabra con nadie, tenía un sentido. Que lo importante en la vida es servir a nuestro prójimo, y que nuestra oración llega a los demás. Que sí hay una comunicación espiritual con Dios y con todos ustedes, y que esa oración es una forma de servir a los demás.

En diciembre me volvieron a dar la Biblia y, además, me regalaron una estampa de San Miguel Arcángel. Este hecho me convenció que los secuestradores también son hijos de Dios y que no nos corresponde a nosotros juzgarlos. Que, para evitar situaciones similares a ésta y transformar a las personas, el camino no es la represión ni la venganza. Que el camino es la enseñanza de la Fe y el Evangelio a niños y jóvenes. Es aceptar a Dios en nuestros corazones y llevarlo al corazón de nuestros niños y jóvenes. Es pedir a Dios que nos cuide y bendiga para que estemos completamente unidos entre nosotros y con Jesucristo, y así demostrar que a través de una Fe y Alegría podemos construir un mundo mejor.»